- Me gustaría poder pasear alguna primavera por los jardines que describís. Sin duda, la inspiración acudiría a mí al ver la belleza de la que habláis. Me encantan las flores... Su belleza, a pesar de ser caduca, se renueva cada año. Son hermosas, flexibles y ningún sitio es el mismo si ellas se muestran en todo su esplendor. Algún día, me gustaría ser la flor de Otosan Uchi... Pero la competición por el puesto de la Princesa no está resultando sencilla...

-Creo entonces... haré una suposición - hipotetizó Ginta - se requiere una artista, mientras que Doji Naoko-san es una actriz, vos sois una bailarina. Lo que Miya Shizuka-sama querrá, supuestamente, será alguien capaz de destacar en su actividad artística, y si además es ducha en otras ramas del arte, lo vería como alguien con ese objetivo sobre los demás, que se esfuerza en lograr superarse a cada momento.

- Soy diestra no sólo en el baile; también sé actuar, tocar algún instrumento y los misterios de la música. Sé expresarme con coherencia y elegancia, y jamás me he apartado de la senda del aprendizaje ni he descuidado mi carrera por caprichos o inconstancia. Si la Princesa busca a alguien concentrado y versátil, ésa soy yo. Pero ignoro si Naoko estará igual o más preparada que yo...

La joven se quedó asombrada ante la capacidad de deducción de Ginta, y no pudo evitar sonreir de nuevo admirada.

- El punto de vista de un bushi siempre es esclarecedor, y os expresáis como el cortesano más culto. Más que agradable combinación... Pero me temo que para una Grulla, el honor prevalece sobre todo lo demás. No podría tratar de averiguar los trapos sucios de mi rival, apenas suponer su existencia. Aunque, claro, si no tuviera ese principio, no dudaría en seguir vuestro consejo... - y miró significativamente al joven.

Ginta sonrió.

-Los cortesanos de todos los clanes se dedican a recopilar información, sea del tipo que sea. Otra cosa es cómo se utilice después esa información. Ahora presentemos nuestros respetos a la princesa como se merece.

- El problema de mi caso es que Naoko es también Grulla. Sería difícil que alguien en nuestro clan tomara partido por una u otra... Pero tenéis razón. Es momento de acudir a presentar nuestros respetos a la Princesa.

Y con una sonrisa, echó a andar con la mano sobre el brazo del joven, hacia la dama Otomo. Se dejó ver desde lejos para evitar interrumpir o resultar inoportuna, y cuando se percató de que era bienvenida, esbozó una sonrisa radiante e hizo una reverencia grácil.

- Mi señora Otomo Hijikohime-dôno, es todo un honor poder compartir estos jardines con vuestra magna presencia. Seppun Gôchô-sama, como siempre, sois la sombra protectora de nuestra Princesa - dijo sonriente, y miró a la joven Miya -. Permitid que me presente, Miya-sama. Mi nombre es Kakita Arimi, y pertenezco a la Escuela de Artesanos de la Grulla. Hajimemashite.

Seguía departiendo con mi doncella y mi yojimbô cuando dos jóvenes y apuestos samurai salieron a mi paso para ofrecer sus corteses saludos a mi imperial persona.

-Kakita Arimi-san... -saludé a la samurai-ko Grulla -Hajimemashite, samurai-sama. - hice lo propio con su acompañante.

Intervino el joven Escorpión.

-Ohayô gozaimasu, Otomo Hijikohime-dono. Mi nombre es Bayushi Ginta, heredero de Hana Mura, el Pueblo de las Flores. Hajimemashite. Seppun-sama, Miya-sama...

La mañana era esplendida, había visto el amanecer, mientras me preparaba a conciencia para ese momento. Con una claridad de mente como pocas veces, quizás única en lo que llevaba de Corte. Miré mi quimono y me lo puse con ritual delicadeza y pasos.

Salí al exterior, seguramente Eizo no tardaría en aparecer por algún lado. El kimono era florido, de colores terrosos, apagados, bonito, con un obi marrón oscuro atado con cuerdas negras. Mi pelo estaba recogido casi en su totalidad por un moño no muy elaborado, sencillo y discreto, excepto un mechón que caía en cascada.