Aoshi sintió temor. No el temor ante un enemigo. Un temor atávico y extraño. Algo venido desde las entrañas, profundo y remoto en su mente que le advertía contra aquellas prácticas. Sin embargo, debía seguir con la farsea. Necesitaba saber.

- Sería un honor.. Aunque no quiesiera molestaros.

Suspiré. No quería decepcionar a mi padre, y aquello era importante para él. Estando junto a mí, podría hacerlo.

-Acercaos un poco, Kitsune Aoshi-sama, y abriros el kimono. He de apoyar mi mano sobre vuestro corazón, y os debo pedir que armonicéis vuestra respiración con la mía. Luego dejad vagar el pensamiento por donde que prefiráis.

Dudó un segundo... luego se abrió el quimonopesado y luego el que llevaba debajo dejando al aire su pecho surcado de cicatrices. Se ruborizó ante el contacto de la mano suave de la chica y más en presencia del padre de la misma. Cerró los ojos... intentó no pensar en nada... pájaros. Pájaros que vuelan por el aire... entre los árboles... Kitsune Mori.... el bosque, los vallles... pies forasteros mancillando sus limpios territorios... lse imaginó a sí mismo luchando con la espada contra los Escorpión y matándolos a todos y luego a Kuroda... un Kuroda imaginario vestido de negro con cuernos en la frente. Matándolo también...

Me concentré a pesar de lo tensa que estaba, y me abrí al futuro.

-Veo una dama, Kitsune Aoshi-sama. Es una dama con gran clase y elegancia... no se preocupa apenas de su aspecto, sino que le gusta trabajar hasta caer rendida. Tenéis una gran relación con ella... veo el símbolo del Dragón en su kimono. Le veo una parte del círculo. Ella orbita alrededor vuestro, y alrededor suya veo otra órbita. También veo una gran conexión con una joven de ojos verdes... creo que es la campeona de vuestro clan. Veo dolor en vuestro corazón... queréis venganza... veo que la obtendréis... pero también veo que no debéis pedir perdón a los demás... sino perdonaros a vos mismo... hay una senda oscura ante vos...

Abrió los ojos entre asustado y asombrado.

Se quedó en silencio. No tenía palabras para aquello.

Una Dragón. Keiko? Cierto que tenían una buena relación, pero no comprendía quien más se refería que girase entorno de Keiko. Sabía lo de su buena relación con Ryosei, pero aquello era de conocimiento público. Pero lo otro... le asustó e incomodó. Estaba intentando perdonarse. Reika le había ayudado a expresar el dolor. Pero le costaba hacerlo...

Estaba cayendo en las redes de aquella mujer? Quizás. Todo el mundo sabía que Keiko y él tenían una relación basada en la amistad de sus padres y que se conocían. Se sabía que era la mano derecha de Ryosei allí... incluso alguien podría haberse ido de la lengua y contado lo de Sukumi....

Y sin embargo... y si ella podía ver en su interior podría saber cosas que Aoshi no quería que nadie supiese.

Se quedó callado mirándola con estupefacta indecisión.

-¿Os he perturbado, Kitsune Aoshi-sama? Sé que a veces lo que revelo puede ser turbador, pero no he visto nada que no habite en el corazón y el futuro de las personas - retiré mi mano del pecho del Kitsune con delicadeza - o al menos de la mayoría. Ver lo que nos espera suele estar oscurecido, a menos que exista ya una predestinación, o lazos kármicos de vidas anteriores.

Comenzó a hablar despacio mientras se cubría el pecho de nuevo.

- No todos los hombres desean que les digan en voz alta lo que guardan en sus corazones, honorable señora Shiba Hiyori-sama. - Se esforzó por sonreir. Sin duda los Kami os han bendecido con un gran don. No puedo creerme que un padre tan notable y una hija tan prometedora estén destinados a estar entre cuatro paredes aburridas obedeciendo órdenes. Tiene que haber más, tiene que haber algo mayor, más grande destinado para vosotros.