-Debo entender, entonces, que de entre todas las tareas que un samurai puede desarrollar, habéis escogido la más ardua: dedicar vuestra vida a plantar cara a las fuerzas oscuras. ¿Es así? - preguntó.

El tono de voz de la Miya era suave y calmo, no obstante estaba impregnado de un cierto matiz de gravedad; como si su mayor deseo fuera el escuchar, en boca de la samurai-ko Iuchi, una respuesta afirmativa.

La shugenja pareció meditar su respuesta antes de continuar. Sabía que pisaba un terreno desconocido para ella, y no era el tipo de persona que se aventuraba sin sopesar todas las posibilidades.

- He de ser sincera con vos, Miya-sama. No ha sido un camino que haya elegido voluntariamente en un principio. Mi familia sufrió en su propio ser el azote de una fuerza que se llevó por delante mucho de lo que yo amaba. Mi clan perdió samurai valientes y de principios, y yo decidí que nadie más debía ver amenazada su existencia por las ambiciones oscuras de quien sólo quiere poder y odio. Por ello he optado, de entre todos los caminos, por aquel que libre al Imperio de una amenaza tan real como terrible. Quizá mis motivos no fueran los más altruistas, pero ahora he podido pensar, meditar y elegir razonadamente.

La Miya pareció interesarse por el hecho que la shugenja le estaba explicando.

-Sentaos, dôzo. - dijo mientras le señalaba con la palma de la mano extendida un zabuton frente a lo que parecía una mesita de estudio. Al momento Shizuka hizo lo propio para colocarse delante de la Iuchi.

-Decídme, ¿qué clase de formación poseeis? - preguntó.

Sukune se aproximó hasta el zabuton indicado y tomó asiento con cuidado, frente a la Miya.

- Estudié con mi sensei, Iuchi Genma, en la Escuela de shugenja Iuchi de mi clan. Allí, además de convertirme en shugenja de Agua, tuve ocasión de aprender los enrevesados detalles de algunas investigaciones sobre la magia de la sangre, campo en el que mi sensei siempre fue un hombre con conocimientos y capacidad para transmitirlos.

La imperial asintió ante las palabras de la Unicornio. Tenía ciertos conocimientos sobre Magia Oscura y era una shugenja de Agua. Interesante.

-¿Conocéis los fundamentos del meishodo? Preguntó esperando su reacción. El meishodo era una de esas disciplinas de raices semi-desconocidas y usos poco probados. Miya Shizuka consideraba interesante contar en su círculo de confianza con gente de conocimientos singulares.

Sukune parpadeó sorprendida. Los ámbitos de conocimiento de aquella joven se expandían como las olas que azotaban las costas norteñas. Se aclaró la garganta antes de hablar.

- Así es, mi señora. El clan Unicornio ha instruído a sus shugenja en el uso de la magia de nombres durante generaciones - confirmó con voz suave. Con cuidado, se llevó la mano al kimono y sacó de entre las telas un collar de cuentas brillantes, mostrándoselo a la Miya.

La Miya observó el collar con atención.

-Es un arte extraño. ¿Cómo funciona? - preguntó levantando el rostro hasta encontrar los ojos de la Unicornio. Tras la pregunta volvió su mirada al collar.

Sukune dejó caer las cuentas sobre el kimono y posó su mano junto a la otra, en su regazo.

- Guarda apreciables diferencias con la magia rokuganí en varios aspectos, aunque me temo que éstos son enseñanzas de mi escuela, mi señora, de las que no se me permite hablar. Imagino que comprenderéis - dijo no sin cierta timidez en la voz. No se imaginaba negándole algo a la Miya.

-Ni mi intención es que los desveléis. Me refería a una simple demostración. Aunque tal vez sea mejor posponerla para otra ocasión. Shizuka se levantó y dio unos lentos pasos en dirección a una estantería, se tomó su tiempo y cogió alguna cosa. Dio media vuelta para volver a mirar hacia la Unicornio y le mostró un pergamino. -La princesa me ha encargado evaluar las distintas capacidades de los shugenja que forman el crisol de Kyuden Ippoyakku, Su intención es incorporar a uno de ellos a su séquito, tomando algunas de mis actuales responsabilidades. Iuchi Sukune-san. ¿Creéis que vos seríais la persona adecuada para ese cargo?

Sukune se aclaró la garganta azorada.

- Mi señora, perdonadme si os he malentendido. En este mismo momento pongo a vuestra disposición mis conocimientos, aunque quizá fuera más conveniente que saliéramos fuera. No me gustaría causar molestia alguna en vuestro estudio - dijo algo trabada.

Por un momento, quedó callada, con la mirada baja, meditando sobre la sobrecogedora pregunta de la joven.

- Con el debido respeto, Miya Shizuka-sama, y sin intención alguna de ofenderos o resultar temeraria, creo que esa pregunta la respondería mejor Otomo Hijikohime-dôno, o vos misma. Aunque si me dijerais qué cualidades y habilidades buscáis, podré deciros si soy yo la más adecuada o si debéis seguir buscando entre mis compañeros.