Imperio Esmeralda

Toritaka Hatsuharu y todo aquél -o aquello- que se encuentre en el bosque.

Había sido una comida frugal, últimamente el apetito no acudía a su encuentro. Tal vez la tensión en espera de la corte estaban empezando a pasar factura en un samurai acostumbrado a no dormir dos noches en la misma cama.

Ya fuera de las murallas del kyuden, tras pasar por las caballerizas, Hatsuharu cogió a Gudidurora por la cintura y la montó sobre Agro.

-Es un bosque extraño, ya lo sabes, si percibes algo distinto, tira de mis ropas.

El Halcón cubrió su rostro con un una enorme capucha gris y montó de un ágil salto.

-¡Hiaa! Vamos, Agro...

Los suaves pasos de Tigre hollaron con fuerza la nieve, como buscando alguna rama que chasqueara para hacerse notar. A continuación imitó un convincente carraspeo cortesano antes de salir entre las sombras de los árboles.

-Buenos días, Tigre. ¿Todo bien? - preguntó el Halcón, todavía montado sobre Agro -Sí, imagino que estás muy bien. - añadió mientras daba un gran bocado a una crujiente manzana.

-¿Querer dardar envidia a Tigre? Dede acuerdo, tú haberlo conseguido - el nezumi se rió entre dientes antes de avanzar en dirección al Halcón - yoyo bien, aquí cosascosas muy tranquilas desdedesde que Guardián salir de lala capilla. Pájaros cantar, haberhaber pequeñas presas y plantasplantas crecer a la luz.

El Halcón le lanzó otra manzana y aprovechó para desmontar ágilmente. Tras ayudar a Gudidurora se sentó en un sitio razonablemente seco.

-Vamos ven, beberemos un poco. Dijo pasándole la calabaza de sake.

El rátido se aproximó con pasos ligeros. Algunos podían pensar que sería una criatura torpe por su aspecto tosco, pero los músculos bajo su pelaje eran fuertes y flexibles. Agro, por su parte, no se sintió inquieto: había estado en presencia de seres más amenazantes con los que su dueño había combatido.

-Bueno... La verdad es que no voy a mentirte, por eso seré claro y directo. Espero que sepas valorar esas cualidades... Sonrió mientras cogió nuevamente el sake para dar un largo trago. -¿Muy suave, no?

-Pero a lo que iba... Tigre, he venido aquí para jugar contigo.

El nezumi arqueó una ceja.

-¿Jugar? ¿Juegos de palabras?

El Halcón se rió en voz alta.

-No, amigo mío, no vamos a hacer juegos de palabras. He venido contigo para jugar al "nunca-nunca". Dijo mientras colocaba dos pequeños vasitos de cerámica frente a ellos. -No te preocupes, ella nos vigilará. Añadió señalando a Gudidurora.

-¿Nuncanunca? Eso parecer juego de damasdamas - cloqueó burlón, poniendo voz de falsete - "oh, por laslas Fortunas, damadama Midori guiñarguiñar un ojo a Kadashiro kunkun" - a continuación bebió algo más y se echó a reír.