Si el shugenja es poderoso podrá disimularlas, pero si es tan poderoso como para disimularlas frente al escrutinio de Kuni Yori-sama, más nos vale salir corriendo bromeé hasta que al oír a Aoshi me di cuenta de que habíamos pensado lo mismo iré a esos lugares si lo consideráis oportuno, pero espero mantener esto en cierto secreto. Trabajando para Kitsuki Keiko-sama hay que mantener una cierta discreción en lo que se refiere a visitar según qué locales.

Aoshi miró de hito en hito a Shun.

- No pienso correr a ninguna parte. Y sobre lo de venir vos... no sé... si sois la persona adecuada. No sé si estáis preparado... dijo claramente y con la maldad necesaria para decir algo así. Una prueba.

- Hum! Eso es jantancioso- Le provocó Aoshi. Si quisiera la opinión de Keiko-sama se lo hubiese preguntado a ella. Y a esos samurai no les conozco. Miró a los ojos de Shun desafiante. Cuando estemos ahí fuera, mi vida será la vuestra y la vuestra será la mía. Quién me asegura que no moriremos ambos? A cuantos hombres habéis matado Bayushi Shun-sama? Increpó hoscamente.

¿No los conocéis? mis ojos se estrecharon pues deberíais, puesto que han sido las cuatro primeras víctimas que han sido sacrificados en rituales maléficos, despellejados. Matar chasqueé los dedos hasta un campesino está preparado para matar. Hasta los animales del campo son capaces de hacerlo. Lo verdaderamente importante es estar preparado para morir.

Aoshi se acercó más a Shun.

- No me habéis respondido... cuántos hombres habéis matado? O esa espada tan bonita que dicen que tenéis es de juguete?- La provocación aumentaba, Aoshi le presionaba con fieros ojos verdes.

Aoshi se quedó mirando a los ojos a Shun. Su respiración era entrecortada, pudo sentirlo Shun, el pecho resonaba con el latido de su corazón acelerado por provocar a Shun. Había estado a punto de gastar su último cartucho, llalamerle cobarde para ver si Shun mostraba tener redaños o si se amilanaba como un tierno cortesano. Se apartó de Shun con cierto temor en los ojos y se arrodilló ante él.

- Os ruego vuestro perdón Bayushi Shun-sama. Imploro vuestra comprensión, porque tenía que saber hasta dónde podía confiar en vos. Si aún queréis venir, gozáis de mi favor y mi confianza. Si preferís no venir, sólo puedo rogaros que perdonéis mis palabras hacia vos y hacia vuestra hoja. Juro por Inari que os honro a ambos y que mis palabras no estaban guiadas por la maldad sino por la prudencia.

Ups.

- Os ruego que me perdonéis. Pero tenía que probaros. Necesitaba saber si podría confiar en vuestro valor y vuestra voluntad - Aoshi se mantenía arrodillado- Si no puedo confiar en vos no puedo arriesgar nuestra empresa. Lo que nos jugamos es más que nuestro honor, es el Imperio. Y nuestras almas. Os imploro clemencia. No habrá nin guna próxima vez porque mi intención no era ni insultaros a vos ni a vuestra espada. Debéis comprenderme. Por favor, Bayushi Shun-sama, no deseo causaros ofensa, aspiro a vuestra amistad. Perdonadme. La voz de Aoshi denotaba culpabilidad y arrepentimiento, a la vez que era evidente que parecía creer que tenía que someterle a aquella cruel prueba.