Imperio Esmeralda

Akodo Iwame y quién esté en el lugar.

Debido a los muchos acontecimientos, tenía sobre qué pensar y no siempre una misma podía hallar una respuesta. Salí temprano, y disfrutando del camino, compré una ofrenda en un puestecillo antes de ir hasta la capilla de la Fortuna de Benten en la ciudad cercana al Kyuden.

Aunque había una en el mismo Kyuden, sentía la necesidad de que estuviera atendida y así poder hallar una respuesta ante mi inquietud. Entré con respeto y encendí incienso, rezando unas plegarias de benevolencia y gratitud a la Fortuna. Luego miré en busca de algún monje o monja.

Sakura levantó la vista al escuchar el sonido de un suave caminar.

-Irasshaimase, samurai-sama. - dijo en una leve reverencia -¿Deseáis algo de la Fortuna?

Una voz me respondió, era femenina y escudriñé el lugar hasta hallar a una sacerdotisa. Sonreí y realicé una reverencia.

-"Irasshaimase, sacerdotisa-sama, mi nombre es Akodo Iwame, y en efecto vengo en busca de la sabiduría de la Fortuna de Benten. Quisiera saber si podría obtener su favor para un matrimonio favorable, ya que no hay ninguno actualmente"

Suspiré, ya había pasado casi media corte y era algo que debiera estar en vistas de cumplirse o algo en concreto pero estaba vacío. No me desanimaba en absoluto, pero eso no quería decir que me quedase quieta y me conformase.

La sacerdotisa sonrió.

-Yo soy Sakura, sed bienvenida a la casa de Benten. Acompañadme, encendamos juntas una vela a la Fortuna... - dijo con voz suave.

Sonreí con las mejillas ligeramente encendidas e ilusionada, asentí y comencé a seguir a Sakura allá donde me llevase...

Tras acompañar a Iwame hasta un precioso altar, Sakura le ofreció una cerilla de madera larga.

-Encended la pira de incienso, Akodo Iwame-san. Pediré a la Fortuna que me aventure vuestro futuro.

Las dotes adivinatorias de la menuda sacerdotisa, se habían visto incrementadas desde que compartía tanto tiempo con la pequeña Nozomi. Lo cual dotaba de fuerza la primera sensación que tuvo al encontrarse con la niña, unas semanas atrás.

Asentí y acompañé a Sakura respetuosamente hasta dónde me indicaba, allí cogí la cerilla, encendí el incienso y dí tres palmadas secas, elevando una oración sentida y sincera a la Fortuna. Luego esperé en silencio.

Sakura juntó sus manos y empezó a entonar un sutra.

Señora del Corazón y la Pasión Cortés...
Dadora de Felicidad y Joya...
Gran Poseedora de las Seis Perfecciones...
Ama de la Generosidad...
Maestra de la Paciencia...
Inspiradora de Entusiasmo...
Instigadora de la Justa Ética...
Espíritu de la Suprema Concentración...
Alma de la Eterna Sabiduría...
Tened la bondad de Iluminar el fu...tu...ro...

La sacerdotisa hincó la rodilla en el suelo, su rostro se apercibía cansado,exhausto. Cualesquiera que fuera la visión que la había asaltado en su delirio, la había agotado hasta un punto extremo.

-No... Nozomi... - murmuró antes de caer desplomada.

Asití al canto entonado por la sacerdotisa, abriendo mi interior, despejando mi mente y acumulando paciencia mientras la ligera tensión de la incertidumbre. Entonces, el murmullo de las palabras terminó alejandose de forma un poco brusca, me giré para ver cómo Sakura, la sacerdotisa se desvanecía, me abalancé de inmediato para sujetarla. Había llamado a alguien, seguramente su asistente. Miré alrededor mía, esperando un poco antes de tomar una decisión.

-"Nozomi-san!, la sacerdotisa os necesita"

Mientras, me preocupé de que estuviera cómoda y pendiente de su estado.

Antes de que la hermana Sakura consiguiera pronunciar el nombre completo Nozomi, como si de algún modo esperase el resultado de los dones de la sacerdotisa, apareció para recoger a la joven.

-No es preocupéis, León-sama. Mi sensei se recuperará: a veces le sucede. En cuanto se recupere os avisaremos.