Imperio Esmeralda

Saori contestó a la pregunta de Naoko con profesionalidad.

-Sólo conozco su nombre: Doji Kunei; y su magnífica reputación. Estoy segura de que será una gran baza en las negocaciones.

-Será una buena pareja para Doji Iwakura-sama en sus negociaciones. Puede que él haga como la negociadora León, que llevó a un tercer miembro de su clan al primer encuentro -aventuré.

Tras las conversaciones mantenidas el día anterior respecto al encargo que Iwakura había tenido a bien confiarle, la joven bailarina sentía que se deslizaba en un terreno nuevo, donde cada paso podría marcar el rumbo de los siguientes. Dispuesta a no resbalar, acudió a la reunión del clan retocada con elegancia pero sin caer en excesos recargados.

A su entrada, distinguió entre las presentes a sus hermanas de clan, y esbozó una sonrisa cortesana comedida a la perfección.

- Kakita Saori-sama, Kakita Soranoko-sama, Doji Naoko-sama, es un honor poder departir en tan magna compañía.

Buenos días, Kakita Arimi-san -hice un gesto en el lugar asignado para ella, y serví un poco de té para después mirar a Saori-sama, esperando que tomase la palabra.

-Bien, creo que podemos tomar asiento.

Saori hizo lo propio y esperó a que sus compañeras lo hicieran para retomar sus palabras.

-Como sabréis, estamos aquí para tratar sobre la sustracción que sufrimos hace un tiempo. En concreto, deberemos decidir la tarea que deberá afrontar cada una de nosotros y coordinarnos para trabajar mejor.

Arimi se sentó en un zabuton cercano y acomodó la seda de su kimono bajo sus rodillas con elegancia. Las palabras de la duelista la pillaron por sorpresa, aunque se guardó de deshacer su leve sonrisa. Con paciencia y las manos cruzadas en su regazo, aguardó a que continuara.

Mantuve a pesar del calor mi taza entre las manos, esperando las tareas. Ocuparse de la sustracción primero requería informarse de en qué manos estaría en aquellos momentos, y desde luego esperaba que no fueran las de ningún brujo.

-En primer lugar, deberíamos poner en común qué sabemos cada una de nosotras. Puede parecer un mero formulismo, pero prefiero no dar nada por seguro, aunque ese nada parezca tan obvio como que todas contamos con la misma información. - opinó. -Veamos, Soranoko-san, si sois tan amable, os invito a compartir lo que vos sepáis...

-Yo no he averiguado nada relevante dentro de lo que es el caso, sólo que... -mi tez palideció más de la cuenta, como si algo pugnara por salir de mi interior, hasta que me pude calmar- sumimasen, he tenido unos malos días. Iba a decir que todo indica a que está cerca de aquí.

A Naoko le extrañó la repentina palidez de su compañera de clan duelista, pero si había tenido unos días malos era comprensible. La Corte podía ser más complicada para Soranoko que para ella misma.

- Yo, por mi parte, me he movido en ambientes cortesanos, pero no hay ninguna referencia a lo que se nos ha sustraído. O bien se mantiene en profundo secreto por muy pocas personas o por el contrario los ladrones y los compradores son de otro orden social.