Imperio Esmeralda

Los salones Fénix carecían de la suntuosidad y magnificencia de los salones Grulla, pero no obstante servirían para mi propósito.

¿Quién eres, Daidoji Akari? Hoy lo sabré.

Repasando los antiguos informes, apenas conocía a mi próxima interlocutora: tan sólo que pertenecía a mi clan lo que, salvo contadas y desgraciadas excepciones, le confería un estilo y una gracia que caso de abandonarse el mon Tsuru se perdía. Di orden a mi guardia para que la condujeran a mi presencia lo antes posible, y mis sirvientes trajeron con la celeridad de aquellos que temen no mi vara unas viandas y té a modo de desayuno. Después me senté a esperar...

No mucho después, Daidoji Akari hizo acto de presencia mostrando su diligencia a la hora de cumplir con el protocolo. Entró en la sala con pasó lento pero seguro, se paro delante de Doji Iwakura, se arrodilló y realizó una reverencia formal en señal de respeto.

Después hablo con voz tranquila, fría...impasible:

- Konnichiwa Doji Iwakura-sama. Me habéis hecho llamar, ¿hay algo en lo que pueda serviros?- dijo la joven Daidoji, tras lo cual observó a su interlocutor con expresión seria y unos ojos que helaban.

-Ohayô, Daidoji Akari-san. Me agrada que hayáis venido, tanto a la Corte como a mi presencia - fui sirviendo el té con una corrección excelente - y no sólo os he hecho llamar para que os presentáseis ante mí, como es merced, sino que desconozco por el momento si habéis sido destinada con alguna tarea o sólo para disfrutar de estos meses invernales.

-Ohayô, Doji Iwakura-san- correspondió Akari al embajador. Lentamente se reclinó hasta sentarse de rodillas delante de él. Tomó la tacita de té con delicadeza y bebió un sorbo a la vez que Iwakura- Doji Iwakura-san, me encuentro en esta corte de invierno por razones de placer...mis superiores han creido adecuado que me tomase unas vacaciones y disfrutase del ambiente festivo de la corte de invierno.

-Ninguna en particular, sin embargo me deleito con la meditación relajada y sosegada. Es un privilegio del que pocas veces puedo disfrutar...¿me recomendáis algún lugar en especial donde poder meditar?- Akari volvió a observar pacientemente a su interlocutor, en espera de su respuesta.

Cavilé un momento. A veces la meditación surtía un efecto regenerador, y no había mejores tierras en las que meditar que aquellas del clan Fénix. Tal vez fuesen más tranquilas las tierras de clan Dragón, pero menos complacientes para los cortesanos.

-En el shotenshu de palacio hay capillas dedicadas a cada una de las Fortunas Mayores y algunas menores. Las primeras, dado que hay representantes de todos los clanes, suelen tener bastante movimiento, y las segundas son más tranquilas. Por otro lado, en la ciudad existen grandes templos dedicados a Benten, Fukurokujin, Amateratsu, que son sosegados por lo que he escuchado.

-Domo Arigato Iwakura-san. Acudiré a donde me habéis indicado en cuanto pueda. Estoy seguro de que serán de mi agrado- respondió Akari-¿hay algo más que deba saber sobre la situación actual de la corte de invierno?

Ambos Grulla volvieron a sus respectivas tareas de la Corte...