En el descansillo que llevaba a la planta ocupada por los dignatarios del clan Cangrejo esperaba Kuni Saibeku, con la preocupación pintada en su rostro, acompañado de Hida Yorimasa. El shugenja miró con expresión interrogativa a ambos samurai...

-Hola Kuni Saibeku-sama, Hida Yorimasa-sama, ésta es Akodo Iwame-san y tiene tanto información importante como pistas físicas. Ayer se enfrentó a un oni y además tiene unos objetos a los que supuestamente no les puede dar la luz del sol y que se los entregó el autoproclamado guardian de la capilla del bosque. Los trae para que los examinemos, ¿Kuni Sayuri-sama viene en camino?-Presentó y explicó Haohmaru sin perder el tiempo, sabiendo de la importancia del asunto.


Hiruma Haohmaru

-Está con su... con Kuni Yori-sama - se corrigió Saibeku al darse cuenta de que no todos allí eran del clan - pero he dejado un aviso a Hida Yorizane-san para que la avise. Vayamos a una habitación más privada. ¿Trataron bien las heridas de la pelea contra el oni, Akodo Iwame-sama? - preguntó mientras abría una puerta y entraba a grandes zancadas.

Avanzamos entre los corredores, de nuevo fuimos interceptados, parados ante dos samurais que nos requirieron el porqué de nuestra presencia, miré a Haohmaru, esperando que este hablase, pues era lo correcto. Ante su exposición, hice una reverencia formal, simple, para no alargar ni entorpecer nada.

Enseguida entendieron y nos comenzaron a conducir hasta una sala más privada mientras esperabamos a Kuni Saruri. Ante la pregunta del Cangrejo no pude sino arrugar un poco el ceño, no favoreciendome demasiado el gesto, habitualmente alegre.

-"Algún truco usó que me hizo desvanecerme con su contacto. No he de dudar de la habilidad de nuestros shugenjas anfitriones, pero si os quereis asegurar no pondré impedimento alguno"

El Cangrejo respondió, estaba claro que sabía de lo que hablaba, y algo de preocupación sentí por dentro. Con un poco de incomodidad, me remangé el kimono, enseñando la suave piel de mi pierna un centimetro apenas por encima de dónde fui golpeada por el Oni. Con un rubor en mi rostro, miré al Cangrejo.

-"Ahí fue, en ese punto de ahí"

A Saibeku se le desorbitaron los ojos.

-Eh... ah... mmm... - acercó una mano temblorosa - parece que... yo diría que... - tocó la piel con la misma precaución que si estuviese en llamas, y la retiró como si quemase - sísísí, lo han hecho bien, sí, bien, sí, muy bien.

Seguí su examen, vigilante, mi rubor y nerviosismo sustituido parcialmente por furia, unas llamas en mis ojos, pendientes que ni un milimetro se pasase en su examen. Sentí su leve roce, mis ojos se entrecerraron levemente. En cuanto terminó, dejé caer la tela del kimono ocultando mi piel rápidamente. Suspiré, calmandome, haciendo una reverencia.

-"Os lo agradezco, me dejais muy tranquila, Arigatô, ¿podemos seguir?"

Miré a todos, expectante, ansiosa por dejar atrás aquél momento tan incómodo.

Haohmaru, cuando la exploración comenzó, cruzó la mirada con Yorimasa y se giró para examinar los objetos de las paredes de manera que nadie viese la sonrisa que bailaba en su rostro.

-Bueno...-Dijo el Cangrejo cuando el asunto hubo terminado, volviéndose sin risa en los labios pero con la mirada brillando todavía.-¿Y cómo dices que era el oni, Akodo Iwame-san?


Hiruma Haohmaru

Miré a Haohmaru, entrecerrando los ojos al mirarle, por unos instantes, luego me concentré.

-"Era de aspecto humanoide, no excesivamente alto, con tres lenguas de fuego, sí, eso es. ¿Algo más que debiera recordar Hiruma Haohmaru-sama?"

Permanecí expectante, no sabiendo nada de lo que ocurría.