Imperio Esmeralda

El Halcón esbozó una reveladora sonrisa .

-La cuestión es encontrar a alguno; que quieran ayudarnos; y, sobretodo, que sepa algo esclarecedor. Gudidurora puede ayudaros en la primera de las condiciones, para la segunda podéis contar conmigo, en cuanto a la tercera... Dejó la evidente respuesta en el aire.

-Si decidís liderar esa vía, debéis saber, mi señor, que pueden surgir contratiempos dificilmente previsibles. De buenas a primeras, no sabremos la naturaleza de esos seres hasta que nos los encontremos de bruces. Tampoco sabemos cómo pueden reaccionar ante vuestra particularidad. Vuestra es la decisión, Koushi-sama.

Koushi escuchó a Hatsuharu y meditó sobre su respuesto durante unos momentos para finalmente responder adecuadamente.

- No sé cómo os agradeceré todo esto, Hatsuharu-san; podeis requerirme para lo que necesitéis no ya durante la Corte, sino durante nuestra vida. Dijo sinceramente el Isawa acompañando tales palabras con una reverencia. Acepto vuestro ofrecimiento y cargaré con las consecuencias. Espero poder prevenir los posibles problemas que pudiera derivar de mi excepcional condición en un futuro próximo; cuando pueda, os informaré de mi estado antes de emprender nada que pudiera comprometer vuestra seguridad o la de Gudidurora.

El Halcón negó con una sonrisa amable.

-No es nada, de verdad... Sólo cumplo con mi deber. Contestó. -Y no temáis por nosotros. No hay ninguna razón por la que vuestra particularidad desee dañarnos. Hatsu acarició la cabecita de la extraña muchacha. -Cuando estéis preparado hacédmelo saber y partiremos de inmediato.

- Así lo haré, Hatsuharu-san.

Dijo Koushi, inclinando su cabeza una vez más ante el Halcón. Aunque fuera por deber, seguía siendo un gran servicio el que le prestaba más allá de lo requerido y el Isawa se sentía en deuda con él.

- Es momento entonces de marchar de vuelta, ¿no?

-Hai, volvamos. Con un poco de suerte llegaremos a tiempo para el desayuno. ¿Habéis desayunado?

Mientras Hatsuharu hablaba de cosas intrascendentes, el trío se acercaba con paso ligero y seguro hasta la salida que debía llevarles a la arboleda frente el muro del kyuden.