Imperio Esmeralda

- ¿Os referís a la problemática de los brujos? Desde luego, con la Princesa aquí, no es la mejor manera de albergar una corte...

Incluso a alguien tan cínico y amargado como Kagemamushi se asombraba ante el nivel de prepotencia de la gente como la Princesa. No existía nada que hacer al respecto, por supuesto, y no haría nada que le hiciese peligrar el cuello, pero su lengua luchaba contra la mente por mandar a la mierda a la Otomo.

Meloso y pelota, hizo una profunda reverencia a la Princesa para agradecerle la proposición.

- Permítame su Alteza imperial expresar mi felicidad con un efusivo hurrah: Hurrah! - No era nada efusivo pero era lo más efusivo que podía ser Kagemamushi -. La Montaña Negra deberá cambiar su nombre si vuestra Alteza nos honra con una visita. Es evidente que la luz de Amateratsu circula por vuestras venas porque vuestra sola presencia es como estar en pleno verano pese a estar rodeados de nieve. Entendía que la parte que le tocaba podría haber acabado, así que dio un paso atrás y otro al costado, aunque sin alejarse para no ofender a la Princesa y dejó que ella pudiese otorgar más "maravillosos y luminosos honores a otros afortunados"

Ya te llevaría yo a un buen acantilado con unas maravillosas vistas y con resbaladizos miradores, pequeña perra engreída.

-Podéis retiraos, entonces; aunque no muy lejos, le comentaré a mi hatamoto, Miya Shizuka, que os incluya en alguno de los actos que se realizan entorno a mi figura. Seréis avisado en próximas fechas. - dije mientras retomaba mi paseo, en busca de más samurai interesantes.

- Permiso para expresar mi felicidad de nuevo: Hurrah. - Dijo con voz más baja mientras deba varios pasos más atrás aunque manteniéndose en la órbita de la Princesa. Empezó a calcular las posibilidades de manipular a aquella engreida en su beneficio contra su padre y su hermano o para asegurar su cuello en caso de que el asunto de los Yogfo se volviese en su contra,

Me había dispuesto a dar un paseo tranquilo por los jardines, para serenar mi ánimo después de una semana tan intensa como nunca antes lo había sido.

Y que todas sean así..

Fue entonces cuando vi a la princesa Otomo Hijikohime con su campeón Seppun Gocho y una dama de compañía. Me acerqué para saludar.

Ohayo gozaimasu, Otomo Hijikohime-sama, Seppun Gocho-sama. Miya-sama, soy Bayushi Shun, del clan Escorpión.

-Hajimemashite, Bayushi Shun-san. Os recuerdo de la cena que Miya Shizuka-san celebró de cara a la segunda prueba de la Gesta que se está desarrollando. Acompañábais a la famosa duelista Kakita Saori-san, ¿ne? -comenté con una sonrisa exenta de cualquier malicia.

Desde un poco más atrás, donde se había apartado, no demasiado lejos, a petición de la princesa, Kagemamhsui sonrió cruel y divertido a ver al alto Shun acercarse. Hizo un gesto con el abanico, a modo de ventearse, para que no le cupiese duda a Shun de que estaba allí.

Vamos, joven bushi... comente un error... sólo uno... jumjumjum

Sonreí. Era de mi agrado que demostraran el gran orgullo que el estar ante mi magna presencia despertaba en los demás.

-Sin duda, inolvidable. - concedí -Es complicado reunir dos hojas Kakita en una misma mesa. - añadí.