Imperio Esmeralda

Sukune no pudo evitar esbozar una sonrisa llena de dulzura ante la tímida inseguridad de la joven ronin. Sin duda, en sus ojos se leía la preocupación por el futuro de su hermano más que por el suyo propio, y decidió que quizá podría intentar ayudarla a prosperar tanto como a él.

El campeón del clan Unicornio no pudo reprimir una sonrisa al ver el nerviosismo de la joven. Como si la incomodidad de la Corte se esfumara.

-Konnichiwa, Eiji-san. Nuestro clan es un gran amante del arte, y protector de los artistas de talento como vos. He visto algo de vuestro trabajo es... innovador. Espero que, con la ayuda de Iuchi Sukune-san, podáis despuntar aún más. Y konnichiwa a vos, Kasumi-san. Acercaos un poco más. ¿Os atreveríais con un haiku?

- Así es, Eiji-san. Shinjo Yokatsu-dôno me ha encomendado la labor de promover vuestro arte y talento en esta corte, y espero poder encumbraros al lugar que merecéis. Lo que desconocía - dijo mirando ahora a Kasumi -, era que vuestra hermana también gozaba de habilidades artísticas. Por favor, Kasumi-san. Me uno a la petición de nuestro Campeón.

Matizó sus palabras con una sonrisa agradable, intentando transmitir cierta calma a la joven ronin.

La joven asintió y se puso de pie para recitar un Haiku a la vez que lo acompañaba con bellos y fluidos movimientos de las manos.

- Ahora, en silencio,
mira bien esta noche
que yo te invento.

Trás acabar volvió a bajar la mirada. Ahora se encontraba más segura de sí misma y esperaba haber agradado al Daimyo.

La shugenja permaneció unos segundos en silencio, saboreando el significado del exquisito poema con los labios relajados en una sonrisa tranquila. A continuación, miró a su daimyo, esperando su aprobación. Shinjo Yokatsu rara vez se equivocaba, y estaba claro que su ojo para el arte seguía siendo impecable.

-Impresionante... tanta sencillez en su estructura, y un significado tan profundo. ¿Es el haiku lo inventado? ¿O acaso la presencia del espectador? Hay capas y capas de cebolla en esa poesía. Dos verdaderos artistas en la familia... está claro que estáis bendecidos. Y sería un verdadero crimen el privar a otros invitados de tal arte. En otras circunstancias dejaría que Ide Peito-san os introdujera en la Corte, mas Iuchi Sukune-san lleva aquí casi desde el comienzo y os podrá ser de mayor ayuda. Además hay un tema más... serio. Y desagradable.

Eiji escuchó con atención el haiku de su hermana y asintió levemente en su dirección con una sonrisa en el rostro; verdaderamente lo estaba haciendo muy bien. Al fin y al cabo, su hermana siempre había demostrado ser mucho más espabilada que él y tener una maña especial para todo.

Cuando el Daimyo terminó de hablar Eiji volvió a hacer una reverencia y dijo- Shinjo Yokatsu-dôno, os agradecemos vuestras palabras así como vuestra ayuda. Os prometo que no os defraudaremos.- Después se dirigió a Iuchi Sukune con los ojos cerrados y una gran sonrisa en un rictus alegre y simpático- Será un placer contar con vuestra ayuda Iuchi Sukune-sama, no os robaremos más tiempo del necesario.

Sin embargo, al escuchar las últimas palabras del Daimyo, su expresión alegre se alteró ligeramente y rápidamente respondió- ¿Desagradable?...Si hay algo en lo que mi hermana y yo podamos ayudaros...- Eiji sostuvo la mirada del Daimyo Unicornio, mirada que tan solo reflejaba preocupación sincera.

La shugenja sonrió cortésmente a los ronin y posó su atención en Yokatsu, al oir esas palabras con tono poco positivo.

Kasumi tan solo asintió y se tomó las últimas palabras del Daimyo tal y como su hermano lo había hecho, volviendo a asentir.

Entonces volvió a su posición inicial junto a su hermano.

Sin muchas ceremonias, Yokatsu cogió su zabuton y se acercó cerca de donde estaban los hermanos. A continuación hizo un gesto a Sukune para que hiciera lo propio, mientras Peito salía de la habitación, no sin antes guiñar un ojo a Kasumi.