Imperio Esmeralda

El combate parecía favorable para Saya y Kuroda: sus oponentes saldaron aquel intercambio con sendas heridas, mientras que ambos estaban ilesos. El único lunar es que el viejo había retrocedido aprovechando que no era el blanco de los ataques, y ahora corría hacia la relativa seguridad de la espesura cercana.

El viejo corria despavorido y aquello se echaba a perder. Ademas, aunque no habia sido intención del Dragón dejarle los venenos, tampoco habia podido decirselo a Saya quien se los habia entregado.

-Saya puedes ir por el viejo? Yo me encargo de terminar aqui.

Planto cara a los dos secuazes, esperaba que Saya aceptara su petición, y si no le parecía pero todo iba bien ya tendrian tiempo de sobra para que se lo hiciera saber luego.

Levanto una Katana mientras la otra permanecia a la altura del abdomen, protegiendose siempre, manteniendose intacto, puro. Deberia seguir asi, deberia continuar asi. Ese era su camino.

Kuroda hizo frente a ambos atacantes, para que Saya pudiera perseguirle. Dejó muy malherido a uno de ellos, y aunque el ataque dejó su flanco algo abierto para el segundo asaltante, éste falló su golpe claro. Por su parte la shugenja invocó a los espíritus de la Tierra, intentando que el falso monje cayera en un socavón, pero el malandrín fue más ágil de lo que su edad indicaba y se introdujo en la espesura...

- Maldita sea...

Con el gesto todavía concentrado, se giró para dedicar su atención a uno de los dos atacantes que Kuroda estaba intentando despachar. Uno de ellos se agarraba a la vida con uñas y dientes, pero el otro parecía más descansado y decidió ir a por él.

Habia que terminar aquello pronto, el viejo se escapaba y el Dragón temia lo peor, lanzo un ataque que esperaba matara o neutraliara a aquel hombre que ya estaba moribundo.

El primer secuaz hirió con su kama al Dragón, pero éste le golpeó con su katana un impacto que empezó en la clavícula, atravesó todo el pecho y llegó hasta el estómago, salpicando a todo el mundo con su sangre. El segundo secuaz y Saya intercambiaron ataques, pero sin resultado...

Kuroda golpeó al individuo, y antes si quiera de que pudiera quejarse, el tetsubo de Saya aplastó la caja torácica con un sonido siniestro, proyectándolo a más de un metro de distancia...

Un golpe habia marcado al samurai Dragón y el anciano habia escapado con los venenos, para Kuroda todo eso significaba un fracaso de su parte en una misión implicita.

Camino hacia donde habia escapado el anciano, sin realmente tener ninguna intención de perseguirlo, solamente de salir del campo de visión de Saya, en cuanto lo logro solto un puñetazo en contra del arbol mas cercano descargando la ira por su orgullo herido.

Regreso con Saya unos momentos despues como si aquello nunca hubiera sucedido.

"Creo que sera mejor que hablemos con la guardia de esto, tienen que estar al tanto de que un grupo de venenos se pueden introducir al Kyuden Ippôyakku."

El tetsubo se deshizo entre las manos de la shugenja, y observó los cadáveres mientras hablaba el Dragón.

- ¿Pretendéis dejar dos cuerpos aquí, a la intemperie? Manchaos las manos y ayudadme a subirlos al carro. Daremos parte a la magistratura cuando lleguemos al kyuden.

Con ademán cansino, se recogió las mangas y echó un vistazo a los cuerpos todavía calientes.