Imperio Esmeralda

Naoko asintió, agradeciendo las palabras y la buena fe de la imperial.

- Así es. No solo supongo que mis conocimientos tienen que ser reforzados, y mi actitud mejorada. El camino solo tiene un sentido para mi, Miya Shizuka-sama. Respondió con seguridad y dulzura. - Será un auténtico placer y un honor descubrir todo aquello que me sea posible, mi señora.

La shugenja relajó su expresión.

-Sois actriz, vos podréis mejor que nadie, mejor que yo, dominar los secretos que os llevarán a la cima en Otosan Uchi. Sólo os daré un consejo: "Rodearos siempre de los mejores, escuchadles, aprended de ellos y actuad como ellos lo hagan; y, sobretodo, aplacad siempre vuestro orgullo. La visión del propio orgullo hará que los menos virtuosos quieran destruiros. No mostréis nada más allá de una gran modestia y una sonrisa cortés."

Naoko hizo exactamente aquello que la imperial acaba de decir...

No mostréis nada más allá de una gran modestia y una sonrisa cortés.

- Arigatô, Miya Shizuka-sama, vuestras palabras reconfortan este corazón. Agradeció con sinceridad la gentil dama. De una de las mangas anchas de su kimono salió una delicada mano estirada, invitando a continuar el paseo.

- Como la caida coloreada del te que desciende de la tetera, incorporaré todos y cada uno de los beneficiosos consejos que depositeis en mí, Miya Shizuka-sama. Quiero también agradeceros que os encontrarais conmigo, presupongo que vuestras tareas serán tan arduas como incontables. Domô Arigatô.

-Os equivocáis. Entre mis tareas está la de encontrar el verdadero talento entre los más prometedores samurai del Imperio, evaluar su potencial y decidir si es el adecuado para ser explotado en la corte imperial. - explicó con voz calma -Debo aprovechar cada encuentro con alguno de los potenciales, como vos, para añadir nuevos matices que me ayuden a decidir correctamente.

Naoko asintió con una leve sonrisa risueña.

- Entonces espero que hayais disfrutado de este encuentro, Miya Shizuka-sama. Para mi ha sido una cita excelente. Se explicó la joven Doji. Arigatô de nuevo.

Dicho esto, Naoko hizo una lenta y protocolaria reverencia, con la gracilidad que la caracteriza.

- ¿Hay algo que querais preguntarme?. Invitó con un gesto risueño.

Me acerqué discretamente, como correspondía a un yôjimbo de mi posición. Tosí un momento.

-Miya Shizuka-sama, sumimasen, pero Miya Yoto-sama reclama vuestra presencia...

La shugenja dejó el tema en el aire. Las circunstancias habían impedido que terminara de contar a Naoko las posibilidades que surgirían a partir de ese momento.

-Si me disculpáis, Doji Naoko-san. Deberemos encontrar otro momento para terminar nuestra conversación.

Asintió ante las palabras de su yojimbô y se despidió antes de partir al encuentro de su daimyo.