Al oir el nombre de su destino, la Hiruma se giró hacia el Dragón, observándolo.

- ¿Vais a la corte? Lleva muchos días iniciada.

Kuroda salio de su trance con las palabras de Saya y asintio levemente separandose de su bolsa finalmente.

"Asi es, pero los deberes llaman. Hiruma-sama no va hacia donde mismo?"

La pregunta fue sincera y el Dragón espero su respuesta

La Hiruma asintió despacio, como si todos sus movimientos fueran marcados a un ritmo diferente al del resto del mundo. Un ritmo marcado por un pulso interior a contratiempo.

- Sí, la corte es mi destino, así que si gustáis, podríamos concluir el resto del viaje juntos. Sería absurdo caminar separados por unos cuantos pasos de distancia.

El Dragon fruncio los ojos esforzandose en observar atentamente a la Cangrejo por un instante, despues dejo la tarea repentinamente relajandose al meditar otra cuestion.

"No tendra por casualidad un carro? O algun conocido que viaje en carro? Me temo que si ha recorrido el viaje hasta este momento a caballo yo solamente le alentaria."

Extrañamente entonaba la palabra caballo como si fuera un maho o un demonio.

La conversación se cortó bruscamente cuando un heimin con unos trozos de armadura y un yari roto entró en la posada, sangrando profusamente de una herida en el abdomen. Tras dar dos pasos se desplomó por el cansancio y la hemorragia, consiguió refrenar su agonía antes de gritar.

-¡El carro! ¡Roban las cajas del carro!

Vientos de suerte, coincidencias de Fortunas.

El Dragon se levanto rapidamente y observo la herida, no era nada bonito y el futuro de aquel hombre se oscurecia rapidamente.

"Presion, debes mantener la presion en la herida."

Sin perder mas tiempo sali por donde habia entrado el heimin al mismo tiempo que desenvainaba mis armas y busque el carro, segui los rastros de sangre poniendo atencion en mi alrededor para evitar una emboscada.

Sangre.

La Cangrejo se quedó con la palabra en la boca, robada por la repentina entrada del heimin y el revuelo que se generó instantaneamente. Se levantó con agilidad, poniendo la mano sobre su bolsa de pergaminos, y sin prestar atención al herido, Saya salió a las calles y buscó con la mirada el carro para comprobar qué demonios estaba pasando.

Salís al camino: en otra ocasión seguir la pista por donde había venido el ashigaru sería una misión casi imposible; no obstante, la ligera capa de nieve sobre el suelo mostraba unas leves manchas rosadas fruto de la hemorragia del heimin.



Durante unos minutos seguís el rastro, viendo que ha sido casi un milagro que el hombre llegara tan lejos con una herida tan grave. Entonces escucháis sonido de un combate finalizando, y unos desarrapados - los asaltantes - que están cortando las cuerdas que sujetan las mercancías en el carro. Tan absortos que no reparan en vuestra inminente llegada.

Kuroda salio de la posada y fue bienvenido con la blanca y fria manta invernal que recubria el lugar, sin embargo sus ojos ya acostumbrados a la guerra en ese tipo de ambiente no tardo mucho en encontrar el rastro sangriento.

Detras de el una sorpresa le esperaba, Saya salia a investigar tambien y llevaba consigo sus pergaminos. El Dragón tardo un momento en darse cuenta que la Cangrejo seguia el camino de las Fortunas.

Siguieron ambos el rastro hasta encontrar a tres bandidos demaciado ocupados en tomar lo que no era de ellos para tomarle atencion a su alrededor.

"Sere su muro Hiruma-sama"

Las palabras fueron sumamente silenciosas, y Kuroda espero que fueran suficientes para dar a entender su plan. Se acerco lo suficiente para emboscarlos, observando cual era el mas peligroso en base de sus armas, complexiones y preparacion para contratacar y entonces con Katana y Wazikashi en mano lanzo su ataque.

Miró al Dragón y esbozó una media sonrisa. Asintió una única vez, mientras su mano se deslizaba al pergamino del tetsubo de Tierra.

- Estoy lista, Mirumoto-san.