Imperio Esmeralda

Las náuseas de Yuki habían ido en aumento en los últimos días. No obstante, aquella mañana parecían haber remitido. Pensó que los consejos e indicaciones tanto de Aoshi san como de las parteras del Kyuden habían contribuido a su mejora.

Ahora podía incluso compartir el desayuno con Keru sin necesidad de buscar alguna excusa. Tenía una importante noticia que darle y no había querido hacerlo antes porque había necesitado algo de tiempo para asimilarlo.

Lo había pensado y ensayado de mil formas, desde el "Keru, ¡machote!" a "Estimado esposo, me es grato comunicarte que perpetuarás tu linaje en mi persona".

Al final, se decidió por improvisar.

Esperó a estar sentados uno frente a otra para soltar:

Keru kun, estamos embarazados.

Mis ojos se abrieron un poco más de lo normal, más incluso que cuando me enteré de las muertes de campeones de clanes. Dejé los hashi, avancé a gatas por el tatami y besé a mi dulce esposa. Luego reposé mi cabeza en su regazo.

-Puede ser que mi madre te pueda dar consejos. Ella era toda una bushi cuando me tuvo... como tú ahora - dije sonriente.

Tal vez fue ese el primer momento en que Yuki cedió a sus deseos de dejar de ver su embarazo como un inconveniente y por fin se alegró junto con Keru.

Pediré consejo a Kyoko san. Quiero estar presta para las dificultades que se avecinan y para protegerte si llegara el caso.

¡Keru!

Exclamó Yuki.

¡Soy yo la responsable de tu seguridad, no al revés! Por favor, no albergues ningún temor por mí. Sabré cuidar de nosotros... ¡Ahí va! Ahora que lo pienso, habrá que buscarle un nombre, ¿no?

Kyoko san es generosa en su apreciación

dijo Yuki. Sabía que Keru tenía razón.

Hace un tiempo, es posible que me hubiera reído. Pero ahora... Ahora que estoy... Así, no puedo permitir que suceda nada malo.