Kakita Saori y quien lo desee

Como cada día la duelista había madrugado para realizar un ligero entrenamiento en el dôjo de Kyuden Ippôyakku. Ese día, al llegar, no había nadie, lo cual no era habitual, pues eran muchos los bushi que no perdían la oportunidad de practicar sus artes aun durante los, a menudo, apaciguados meses de invierno.

Al entrar, Saori realizó una reverencia de forma tradicional, y se dispuso a realizar sus primeros ejercicios.

La celebración posterior a la Gesta me había dejado algo con una cantidad de energía increíble. Ver la actuación de los otros samurais y observar cómo todo se desarrollaba como ella lo preveía.

Bendecida por todas las Fortunas, y yo por su compañía.

Me dispuse a emplear parte de esa energía en el dôjo, de modo que con mi antiguo pero elegante traje de entrenamiento, de cuando estaba entrenando entre los León, y dejando mi katana en su soporte - ya que prefería entrenar o pelear con un arma no letal, como el bokken - llegué a lugar por excelencia de todo palacio o castillo regido por una familia que no fuera de shugenjas. Y a pesar de lo pronto de la hora vi que no era la única persona que había honrado a los primeros rayos de Amateratsu. Me descalcé y di un par de pasos hasta ella para saludarla antes de coger un arma.

-Ohayô gozaimashita, Kakita Saori-san.

Saori salió durante unos instantes de su ensimismamiento.

-Ohayô gozaimasu, Miya Nobutoku-sama. - contestó con una reverencia.

Le recordaba de la cena en la que había tenido el honor de acompañar a Doji Naoko. Se trataba del joven yojimbô de Miya Shizuka, la válida de la princesa Otoko Hijikohime. Recordaba, además, que había sido durante largos años alumno aventajado del famoso maestro Akodo Kage; y ahora lo era del no menos singular capitán de la Guardia Imperial de la Princesa: Seppun Gôcho. Se trataba de una presencia del todo inesperada.

La mañana había nacido fría como habituaban a ser los últimos días de la corte. La bailarina carecía de compromisos aquella mañana, y lejos de mantenerse retirada del resto del mundo en sus aposentos, decidió salir al dojo, donde podría estirar su esbelto cuerpo y disfrutar con la compañía de aquellos que se entregaban a las armas.

Cuando penetró en la sala, hubo un rostro que llamó su atención, un rostro Grulla que conocía de vista, de las reuniones del clan. Al parecer, charlaba con formalidad con un joven Imperial, y por ello se acercó con prudencia intentando no interrumpir, aguardando un instante para saludar y presentarse.

Recordaba a Kakita Saori, la acompañante de Doji Naoko en la cena que celebró la princesa. Claro que la conocía con anterioridad, de oídas, debido a que era una tensai de la espada, posiblemente una futura kenshizen. Y por supuesto no desconocía que había vencido en un duelo contra un miembro de su clan.

-¿Me haríais el honor de cruzar nuestras armas, Kakita Saori-san?

Vio que la bailarina, otra asistente a la cena, se acercaba. Dirigió una ligera inclinación hacia Kakita Arimi.

Habia regresado diario al dojo pero no habia pasado nada digno de mencionar, como aquel encuentro con la Bayushi y la Kitsu donde habia sido derrotado por la agilidad de la Escorpion.

Sin embargo hoy apuntaba a ser un dia distinto ya que al parecer tenia compañia. No reconocia a los presentes mas que de vista asi que despues de haber hecho la reverencia al entrar saludo cortesmente sin ocultar su interes.

-Ohayô gozaimasu, espero no interrumpir o si lo hago estar a tiempo de unirme a su entrenamiento. Lanze el comentario con un tono jovial mientras saludaba a los presentes.

-Soy Akodo Eizo. Comente presentandome finalmente.

A Saori le pareció reconocer a dos figuras más adentrándose en el dôjo; suposo que eran otros bushi con la misma intención que Miya Nobutoku o ella misma.

-Será un honor, por supuesto. - acertó a contestar la Grulla mientras le ofrecía un bokken al imperial.

La joven respondió a la inclinación del Miya con una sonrisa y una grácil reverencia.

- Miya Nobotoku-sama, me alegro de veros en el dojo, y sin duda, si os tenéis oportunidad de cruzar habilidad con Kakita Saori-sama, no seré yo quien se pierda tan magnífico duelo. Como seguramente sabréis, mi estimada compañera ganó un importante duelo hace un par de días. Es una duelista impecable.

Tras escuchar sus palabras, Saori cayó en la cuenta de que se trataba de su compañera de clan.

-No tan impecable como duelista como lo sois vos como bailarina, Arimi-san. - respondió la joven con una reverencia de saludo.

-Ohayô gozaimasu, Akodo Eizo-san. Soy Miya Nobutoku, yojimbo de Miya Shizuka-sama, antiguo estudiante de la escuela Akodo y actualmente de los dôjo imperiales. Hajimemashite. Y no, habéis llegado a tiempo para entrenar - luego se dirigió hacia la bailarina - konnichiwa, Kakita Arimi-san. He escuchado la hazaña de vuestra compañera. Espero estar a la altura.