Imperio Esmeralda

Ha sido algo... fuera de lo común dije mientras intentaba pensar en lo que había sucedido. No era como recibir el efecto de los elementos obra de un shugenja, sino algo diferente. Y tampoco parecía provenir de la espada. Debía consultar aquello, pero no sabía con quién.

La duelista colocó el bokken en su lugar exacto y se sentó sobre el tatami en una perfecta seiza.

-¿A qué os referís?

-Comprendo... - en efecto, Saori comprendía, pero no concedería a su amigo nada más allá de una respuesta lacónica; su carácter reservado, así como su premeditado porte gélido, se lo impedían. -Tal vez debamos retirarnos a meditar sobre ello. - bromeó, esbozando media sonrisa.

-Vamos, Shun-kun. No hay para tanto... - se sorprendió diciendo Saori, en un tono relajado que no era para nada habitual en ella. -Me refiero, a que no le deis más vueltas. - retomó un tanto más centrada.

-Sí, como los entrenamientos en el dôjo Kakita. - murmuró Saori en un tono melancólico.

La duelista se levantó para coger su katana y colocarla nuevamente en su obi.

-Lo que me lleva a realizaros una propuesta. La cual, por supuesto, seréis libre de aceptar o rechazar sin carga alguna.

Bueno, vos estaréis más acostumbrada a ellos, claro comenté ¿una propuesta? Me interesa, por supuesto. Aun sin saber de qué se trata.

-Veréis... - prosiguió -Hace unos días recibí una misiva importante, provenía de Miya Shizuka, la hatamoto de la princesa Otomo, y me instaba a presentarme a una cena imperial que tendrá lugar esta misma semana. En tal misiva se me otorgaba la potestad de invitar a alguien, de llevar a un acompañante. - explicó -Nada más recibir la buenanueva, decidí hablar con mi sensei, Daidoji Masao, es un hombre sabio y experimentado pese a su edad. Le expusé lo relatado y pensé en invitarle, pero... - Saori trató de buscar la expresión adecuada -pero no estaba segura que para un duelista tan reputado como él, fuera lo más adecuado el acudir a la cuna imperial como simple acompañante de una duelista menor como yo misma - argumentó -Así que le pedí consejo sobre quién podría ser el samurai más indicado para acompañarme, a lo que él me aconsejó con tal diatriba: "Lleva a aquel bushi al que consideres el mejor espadachín de la corte." - relató -Por eso, después de meditar, he decidido que ese samurai sois vos. Por lo menos desde mi perspectiva. ¿Deseáis acudir a la cena, Shun-san?