Imperio Esmeralda

Yogo Ikemi y Asako Jubei

Jubei había calculado que para tomar el pulso verdadero de lo que sucedía en la ciudad no bastaba con entrevistarse con un magistrado , sino que un guardia sería la persona idea para contar los asuntos que se cocían en Ippoyakku no Toshi n. Pero había en la ecuación un nuevo elemento , el que conformaban los samurais que habían quedado en la ciudad como visitantes . Y como por mi cargo no quería mezclarme con Grullas o Leones , escogí al clan más sugerente y que podía saber más . Escribí una misiva a Yogo Ikemi , y la cité en una casa de té de buena reputación .

Ikemi entró al local con paso decidido. Su vestimenta bajo la ancha capa negra era bastante sencilla, un kimono largo de un tono carmesí apagado, con el obi estampado en negro. Muy al contrario, su máscara mostraba un alto nivel de esquisitez.

Tras tener una breve pero intensa conversación con uno de los dependientes de la casa de té, ojeó las mesas del local, esperando encontrar al Asako que la había requerido mediante misiva.

Jubei meditaba en un reservado apartado , pensando en el objeto de mi cita . Un Asako y una Yogo era una mezcla poco habitual . Le intrigaba que alguien del clan Escorpión se quedara en la ciudad en lugar de acudir a la corte de palacio , lo que le había hecho albergar una teoría que esperaba comprobar aquella noche . Miraba con frecuencia a la entrada , donde vio aparecer a una Escorpión , que supuso que sería Yogo Ikemi . Habló con un camarero para que la avisase .

Ikemi apareció en el reservado tras el heimin que la guiaba. Cuando este dió media vuelta tras disculparse, la joven Yogo dio unos pasos hacia el samurai Fénix, se quitó la oscura capa, e hizo una grácil reverencia.

Koban wa, Asako Jubei-sama, mi nombre es Yogo Ikemi. Hajimemashite. Se presentó con voz silbante la samurai-ko. Es un honor poder conocerle, arigatô.

Si os digo la verdad, no es tanta como me gustaría, Asako Jubei-sama. Las visitas a la ciudad no escasean, pero pocas veces se incluye mi nombre. Comentó la Yogo tomando el asiento que se mostraba ofrecido para ella.

El samurai del Fénix conocía su posición, e incluso su puesto... No dejó que su rostro mostrara sorpresa alguna, la máscara hacía ese trabajo especialmente fácil.

Jubei mostró sorpresa .

¿ No ? Deberían . Es cierto que la ciudad no tiene el glamour de la Corte , pero si estáis aquí significa que hay algo importante . Imaginad que pudiese garantizar vuestra entrada a palacio . ¿ Aceptaríais ?

Ikemi sonrió bajo su porcelánico mempo.

- Mis deseos no tienen cabida aquí, Asako Jubei-sama. Explicó a modo de respuesta, sencilla y escueta. Tan solo cumplo órdenes. Igualmente os agradezco la invitación.

- Mis señores no lo dispusieron así. Comenzó la joven Yogo. Igualmente mis temores no son tan descarnados. ¿Temeis por mí?. Preguntó con una voz juguetona y sublime a oidos de cualquiera.