Clan Grulla

Me había comprometido con Kakita Saori-sama a organizar una reunión de hermanas y hermanos y poner un poco orden en todo el caos de alrededor. Por dicha razón envié misivas a todos los miembros para poder repartir responsabilidades y misiones en vez de volar por libre y puede que en direcciones contrarias, arruinando planes y duplicando esfuerzos. Ya sólo quedaba esperar...

Doji Naoko anunció su entrada con unos golpecitos en el marco de la puerta shoji.

Para la ocasión, vestía un kimono elegante, de seda azul celeste, y el rostro maquillado perfectamente, sin ningún exceso, evitando sobrecargar su bello rostro, tan solo endulzándolo. Su imagen era otra vez la ideal.

Me levanté para correr la puerta.

-Buenos días, Doji Naoko-san. Sois la primera en llegar. Pasad, por favor -esperé a que se sentase antes de hacer yo lo mismo, con elegancia- ¿queréis tomar algo en particular? Como no conozco los gustos de todas me he procurado un amplio abanico de bebidas de todas las clases. No sé si está bien visto, pero he tomado una bebida de tierras gaijin deliciosa, dulce y amarga a la vez. Quien me lo proporcionó lo llamó kakua, o algo parecido.

Naoko sonrió ante la efusiva y alegre bienvenida de Soranoko.

- Arigatô Soranoko-sama! Respondió, alegre. - Aunque debo deciros que mi paladar a estas horas lo que más me demanda es un poco de té ligero. Pero... ¿habeis probado ya eso que llamais kakua?. Pronunció con bastante torpeza.

-Sí, lo he probado -esbocé una pícara sonrisa- y si sois golosa, Naoko-san, no podréis dejar de tomarlo; el pequeño inconveniente es conseguirlo dado que por decreto imperial no se puede comerciar con los gaijin.

- Oh! Sonrió risueña. - Entonces tendré que provar un poco de ese mejunje gaijin. Dijo, justo antes de reir abiertamente ante su majestuosa compañera. - Y... ¿en tierras Fénix habeis conseguido ese licor? Con lo tradicionales que son, teneis que tener cuidado con estas cosas!. Dijo, fingiendo visiblemente cara de preocupación, para despues continuar sonriendo con gesto risueño.

Naoko asintió a cada palabra con su cabeza, mucho más cuando Soranoko aceptó el pacto de silencio entre ambas, dando a entender que podía confiar en que aquel nombre se quedara a buen recaudo. Cuando acabaron las palabras de la bella bushi, la actriz tendió hacia Soranoko el pequeño cuenco ornado, aceptando aquel misterioso manjar gaijin.

Al cabo de unos minutos, cuando la intimidad de Soranoko y Naoko ya estaba a salvo, Kakita Saori apareció en la sala con su porte distante habitual.

-Kakita Soranoko-san, Doji Naoko-san, hermanas; buenos días. - se presentó con una reverencia formal.

- Buenos días Kakita Saori-sama. Saludó sonriente la actriz. - Me alegro de veros, lucís tanto o más que la última vez. ¿Que tal todo?.