Soshi Mishi

Toritaka Hatsuharu

Escuchas los pasos firmes que retumban por el pasillo de la torre, que te hacen recordar tus estancias en Shiro Kuni. No obstante sabes que no vas a oírlos correr, en dirección a los sótanos, a hacerse cargo de un experimento que haya salido mal. No, estás en Kyuden Ippôyakku. Los Fénix no invocarán un Oni con tantos invitados cerca.

Clavas la mirada en el techo de la habitación, acostumbrado ya al paso de los guardias Hida. Esa noche la querías pasar con la comitiva Cangrejo, con gente que conocieras. Dejaste vagar tu mente por el último encuentro con Kuni Yori, hacía unos días...
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Toritaka Hatsuharu

-Dôno, ¿me habéis hecho llamar? Preguntó el Halcón cuando fue conducido ante su señor.
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Soshi Mishi

-Así es - dijo con su habitual voz temible el daymio Kuni, que hizo un gesto para que sentaras; un sirviente de aspecto macilento (posiblemente un ayudante de Yori) se acercó con un par de tazas y sirvió cha, además de traer una bandeja con comida. Preferiste no elucubrar sobre en qué ayudaba a su señor, y esperabas que no compaginara ciertas ayudas con la preparación de la comida. Tras dicho gesto, el máximo en deferencia que se podía obtener de Yori, clavó su mirada impaciente.

-¿Cómo fue todo?
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Toritaka Hatsuharu

Hatsuharu sabía que ese momento llegaría, y lo temía. De todas formas no podía hacer otra cosa que contar todo lo que sabía: era su juramento, su compromiso y su deber.

-Peor de lo esperado, mi señor Yori. Como sospechábamos el Guardián era un ente de la peor de las calañas. Se limitó a contestar con ademán profesional.
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Soshi Mishi

-Así que era una abominación de Fu Leng... suerte que los tres conocían los procedimientos de este tipo. ¿Era de uno de los famosos tres mahô-tsukai que infestan las cercanías?
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Toritaka Hatsuharu

El Halcón negó con la cabeza.

-En absoluto. Procede de un Mal distinto al Kami Corrupto. Explicó. -Pude verlo con mis propios ojos, mi señor. Pude ejercer mi visión en él y... Hatsuharu mantuvo el silencio de forma dramática, aguantando la sentencia final. -Ese ser no existe.
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Soshi Mishi

El ceño de Yori se frunció, y apoyó su mentón en su mano.

-Los seres que no existen... hay algunos registros acerca de esas criaturas. Asesinos sigilosos, capaces de ocultar la Mancha, y contra quienes el jade no surte efecto. No recuerdo haber intervenido en ningún caso en los que aparecieran, y entre los legajos de mi hermano mayor tampoco hay nada. De todos modos muchas veces es imposible saber si se trata de ellos en una situación crítica o de otro sirviente de Fu Leng - en ese momento un rayo iluminó espectralmente la estancia, y al cabo de unos momentos un trueno retumbó entre las cumbres del Oeste

Una llamada rompió el tenso silencio, anunciándose Sayuri. Su tío le dio permiso para entrar, cosa que la tsukai-sagazu hizo, haciendo una reverencia como saludo y sentándose en el vértice imaginario de un triángulo...
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Toritaka Hatsuharu

Meditaba sobre las últimas palabras de Yori cuando pudo avistar a la líder de los Cazadores de Brujas. Hatsuharu atinó a saludarla en un ligero cabeceo, lo cual no era, sin duda, un dechado de cortesía. Y es que, aunque estuviera delante del tenebroso daimyo Kuni, la etiqueta era algo que acostumbraba a obviarse entre ese tipo de samurai, sobretodo en situaciones como ésa.
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Soshi Mishi

Kuni Yori puso a su sobrina al día de lo que había sucedido hasta entonces en la reunión.

-¿Así que el misterioso Guardián es uno de esos... seres tan extraños? Seres que no existen... ¿estará relacionado con los mahô-tsukai que han venido a estas tierras? - preguntó Sayuri.
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Toritaka Hatsuharu

-Sin duda, no. Por lo menos no directamente. Como le comentaba a Kuni Yori-dôno se trata de otro tipo de mal; algo relacionado de forma intrínseca con la no-existencia. Algo contra lo que tu Fuego y Jade no será suficiente, Sayuri. Añadió sórdidamente.
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Soshi Mishi

-A todo le afecta algo, ya sea la magia, ya otros materiales diferentes: se puede probar cristal, obsidiana...

-Pero, Sayuri-san, ¿dónde va a haber en tierras Fénix un arma de cristal? Y en lo que respecta a la obsidiana, es un riesgo trabajarla y que alguien se Manche por ello. A ningún maestro armero le haría gracia. Una cosa, Hatsuharu-san. ¿Cómo reaccionaron los otros samurai que os acompañaron?

En la mente pragmática y libre de prejuicios del Halcón, la solución para forjar un arma con la capacidad de Manchar es que fuera forjada por alguien ya Manchado; no obstante, advertía el peligro, que para su inmediata integridad suponía, el realizar una propuesta como aquella con alguien como Sayuri y su abrasadora personalidad tan cerca. Por eso, esperaría a que la irascible tsukaisagazu no estuviera presente para formular tal sugerencia al daymio Kuni.

-Hiruma Haohmaru y Kuni Yasuke se comportaron como se presupone deberían hacerlo dos hombres de la confianza de Kuni Sayuri-sama: con arrojo, valentía y una justa prudencia, mi señor. No obstante, había un tercer hombre, un Escorpión del que no recuerdo el nombre pero que parecía conocer al resto; y un nezumi. Contestó con eficiencia.

-¿Un nezumi? No creo que nadie haya venido con uno de ellos hasta aquí - miré a mi tío interrogativamente, no me sonaba que alguien de la comitiva se trayese a un amigo rátido a una Corte de Invierno... sólo faltaba ya una plaga de mujina para que nos miraran más, y no precisamente para bien, todo sea dicho - ¿el nezumi en cuestión era amigo del samurai en cuestión?

-El rátido parecía conocer a Hiruma Haohmaru. Por su actitud deduje que no había tratado antes con el bushi Escorpión; de hecho, éste afirmó estar persiguiéndolo cuando se unió a nosotros ya en la capilla. Aunque, tratándose de un miembro del Clan de los Secretos, no me aventuraría a asegurar qué hay de verdad en sus palabras. Respondió.

-En tal caso haréis bien de hablar con vuestros hombres, Sayuri-sama. Ellos podrán daros más y mejores detalles que yo. Contestó, esperando las palabras del daymio Kuni.

-Si fueran ellos, lo sabríamos - afirmó sin ningún género de dudas Kuni Yori - y si viviera aquí desde hace tiempo, un clan sabio como es el Fénix lo habría acabado por descubrir. No, ese nezumi tiene que haber venido hace poco, e intuyo que con alguien. Los rátidos no son dados a dejar sus territorios sin una razón. A fin de cuentas son seres poco proclives a viajar, y menos tan lejos.

-¿Deseáis que hable con él mientras Sayuri-sama lo hace con sus hombres? Preguntó de forma clara y concisa a su señor.

-Hai, Kuni Yori-sama. Dijo agachado con las manos en el suelo. -¿Deseáis algo más, mi señor?