Comenzaron los movimientos: el primero superó incluso las expectativas de Kaoru, el segundo no fue perfecto y el tercero recuperó la excelencia del primero.



-Grandes movimientos, y arriesgando mucho, Kaoru-san. Y lo importante es que no todos están capacitados para hacerlo. Pronto daré a croacnocer mi decisión, y podéis estar segura que estaréis entre los candidatos más firmes.

La katana de seda celeste se resistió a los movimientos de la Escorpión. A pesar de la fluidez con que comenzó, hubo un momento en que perdió la concentración. Arriesgó mucho, sabiendo que aquella kata era especialmente compleja, y casi consiguió realizarla con perfección, pero perdió pie en el último momento. A pesar del fallo, consiguió reponerse y en su última kata repitió el movimiento correctamente y sintió la satisfacción del trabajo bien hecho.

Cuando concluyó, enfundó la katana en la saya granate, miró al kenku y dejó escapar un suspiro.

- Os agradezco vuestra atención y vuestro tiempo, a pesar de que mi demostración no ha sido impecable. Al menos sé en qué tengo que mejorar.

-Si vuestra demostración hubiera sido perfecta, no tendríais necesidad de un sensei, sino que vuestra necesidad sería de un alumno, Kaoru-san - afirmó con tono sabio el kenku.

Kaoru realizó una reverencia en respuesta a las palabras del kenku, y cruzó las manos frente a su regazo.

- ¿Puedo preguntaros cuándo nos comunicaréis la elección, Yasu-sama?

- Gracias una vez más, Yasu-sama. Si no me requerís para nada más, me retiraré al castillo.

-Abayô - se despidió antes de salir volando por los aires...