Mi inspección fue satisfactoria, y me alegró que finalmente lo escogiera. No era bushi aunque no se le daba nada mal la espada, tenía maneras de shugenja.

-"Llamadme entonces Iwame, Aohi-sama. Nadie espera tener enemigos entre los escorpión. No ponía en duda que os sepais defener Aoshi-sama, ni mucho menos, tan sólo ayudar indirectamente a Shiba Aketsu-sama, por ejemplo manteniendo en forma a su protegido."

Sopesé mis siguientes palabras, miré la distancia que nos separaba y sonreí, ya sabía cuanto me podía acercar al Kitsune sin que saliera corriendo.

-"Sí, el enemigo puede tener muchas caras, sobre todo si se ampara en las sombras"

Todo estaba listo. Espada en las manos, la distancia óptima. Aoshi lanzó un ataque sin previo aviso contra Iwame con un grito y fiera expresión.

Zaz! Zas Zas! ZAS!

Tres ataques ágilmente lanzados y rápidamente evitados por las destreza de Iwame. Después, Aoshi dio un largo salto atrás y se quedó en posición defensiva y tras un instante de agitada respiración, sonrió a Iwame abiertamente. El corazón le latía en el pecho con fuerza. En ningún momento tuvo la intención de dañar a Iwame, sino que, por el contrario quiso mostrarle que un zorro, también tiene dientes. Luego relajó la postura dejando su cuerpo descubierto y expuesto a un ataque de represalia que Iwame pudiese lanzar.

Antes de que mis palabras terminaran de resonar en el dôjo, Aoshi rápidamente se acercó y lanzó tres ataque sucesivos a gran velocidad, mis ojos se entrecerraron, ví la fiera expresión de su rostro. El mío pasó de la extrañeza al de la concentración, mi entrenamiento y mis reflejos hicieron el resto, pues Aoshi no había tenido la intención de herir, se notaba para alguien como yo.

Le miré cuando terminó, el bokken en mi mano, mi mirada atenta. Aoshi se quedó en una postura defensiva unos momentos y luego bajó la guardia y sonrió abiertamente. Si quería atacarle en represalia podría hacerlo y así lo hice pero posiblemente no como esperaba el Kitsune. Me incorporé dejando el bokken a un lado y realicé una reverencia.

-"Dômo Arigatô por la lección Aoshi-san"

Tras eso, el siguiente ataque, una mirada dulce y una sonrisa cálida, alegre.

-"Interesante estrategia, aunque no siempre se tiene tiempo y oportunidad para lograrla llevar a cabo. ¿Habeis visto las pruebas por la Lanza Aoshi-san?"

Había captado el mensaje del zorro, pero él no había entendido el mío. Pacientemente se lo explicaría, poco a poco.

Aoshi relajó su cuerpo y bajó el bokken y se encogió de hombros.

- Voy sí... y además competía... perdí en la priemra ronda de la última prueba.

Se acercó a Iwame. Sería prudente?

- Calcularlo todo es imposible. Nuestras acciones siempre son las más adecuadas sólo por que usamos los pocos datos que disponemos. Si los supiésemos todos, no nos equivocaríamos. Pero somos humanos.

Asentí, sonreí y ví cómo se acercaba, una idea cruzó por mi mente.

-"Perfecto, entonces entendereís lo que os voy a decir"

En el momento en que Aoshi estaba terminando de dar el último paso, mi bokken salió despedido, Zas, dí un paso, Zas, dí otro paso, mi rostro había pasado de la dulzura y la calma a una de furia desatada, sacando una rabia que normalmente estaba retenida. Entonces cuando parecía que íba a dar el tercer golpe, solté el bokken lanzándoselo y me avalancé detrás, le sujeté del kimono y lo hicé con mi fuerza, para apoyarmelo en la cadera pegándolo a mi cuerpo y con una suavidad extrema, dejarlo en el suelo sin un rasguño.

-"Si provocas a la Leona has de estar preparado para ver sus dientes, aunque el zorro tenga los suyos"

Sonreí y le lancé un guiño, mis cabellos rozando su rostro. Me incorporé y tendí mi mano con una sonrisa para que se levantase.

-"En la competición hice lo mismo con mis adversarios Aoshi-san, no sufrieron daño alguno, cuido de mis amigos, cuido de quien no me hace daño"

No había pensado que Iwame podría atacarle mostrando la guardia. Pero la lección que le daba era la misma que le había dado él. Por lo que ella había asumido cláramente la idea.

Todo fue tan rápido que Aoshi sólo podía recordar el aroma del cabello de la León y encontrarse en el suelo, desorientado y asustado. Era evidente que la técnica de ella era muy superior a la de él. Si ella hubiese quediro, le hubiese hecho ño. En cambio, estaba intacto aunque en el suelo, derrrotado pese a no haber soltado la espada de madera. Ella desarmada le había vencido a él armado.

Extendió el brazo y se dejó ayudar a levantarse. Acto seguido se acercó a ella con gesto confiado.

- Arf... Yo no os haré daño. Sonrió y se acercó más. En ese momento, con un sencillo gesto de muñeca apoyó la punta del bokken en el estómago de ella. Pero quién dice cuando ha acabado una batalla, Iwame-san? Sois mi prisionera! Sonrió plenamente y le guiñó un ojo.

La expresión que ví en la cara de Aoshi cuando le dejé en el suelo fue un poema, aceptó mi mano y tirando suavemente se incorporó. Luego, se acercó y mientras me hablaba, apoyó la punta del bokken en mi estómago, ni siquiera lo miré, observando a Aoshi, ví su guiño y puse cara teatral.

-"Oh, pobre de mí, indefensa, ¿que querrá por liberarme mi captor?"

Miré a Aoshi, esperando el siguiente paso de aquella escena improvisada. Le veía relajado, resuelto, muy lejana su actitud a la del principio y eso me alegraba.

- Vuestra libertad por vuestra amistad?- Inquirió divertido Aoshi- En tiempos de guerra, todo hombre sabio debe buscar aliados. Seréis mi amiga si os devuelvo vuestro honor?

Lentamente, con cuidado apoyé un dedo en mis labios, pensativa, como si no tuviese un arma en mi estómago, sopesando las posibilidades, me reí suavemente, el bokken me hizo cosquillas.

-"Acepto, Aoshi-san,teneis mi amistad y la promesa de no haceros daño"

Sonreí felinamente mostrando un brillo de fiereza, controlada y hasta cierto punto amable, para reir alegremente después, resonando cantarinamente mi voz.

El shugenja también rió, sintiendo como la tensión abandonaba su cuerpo.

Le ofreció el bokken.

- Os devuelvo vuestro honor y vuestra libertad, amiga. Y os pido que me enseñéis a vencer a mis enemigos y así podré vencer a los vuestros, que ahora también son los míos.