Bayushi Shun

Kakita Arimi y Bayushi Shun

Los pétalos de las flores invernales alegraban cada uno de los arbustos a los que cedían la gracia de nacer en ellos. Me conmovían después de mi estancia en Kyuden Kakita algunas cosas que antes juzgaba insignificantes. Notaba la sintonía cada vez mayor con mi katana, como si las yemas de los dedos de Saori me hubiesen abierto los ojos a las maravillas de la comunión con la hoja...
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Kakita Arimi

La tarde se deslizaba tediosa entre los mechones del cabello de la Grulla. Mientras recogía el último de ellos entre los pasadores de cerámica, los ojos grises de la bailarina atisbaban la ventana. La brisa se hacía más fresca a medida que el sol se ocultaba entre las montañas del oeste, y tras abrigarse en su gruesa capa, la joven abandonó sus aposentos caminando con paso ágil pero delicado.

El jardín la aguardaba con la fría belleza del invierno, y entre las flores que nacían contra la adversidad del temporal, descubrió la figura de su parteneire. Una sonrisa confiada se dibujó en sus labios sonrosados, y cuando se aproximó a él, apartó la mirada posándola sobre los pétalos que abstraían los pensamientos del Bayushi.

- Veo que vuestros días en Kyuden Kakita calaron en vuestro ánimo con profundida, pues admiráis la belleza más valiente de la naturaleza: florecer y prosperar cuando todo está en su contra. Bayushi Shun-sama, me alegro de veros.
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Bayushi Shun

Me deleité contemplando los sonrosados labios de la bailarina, antes de responder.

Me conoceis muy bien, aunque todavía no sé, y supongo que nunca sabré ya si es algo que desarrollé en Kyuden Kakita o así actuaba previamente. Claro que mi sensei nunca se ocupó de instruirme en este aspecto. ¿Sereis mi sensei para enseñarme cómo mejor apreciar la belleza?
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Kakita Arimi

Las cejas de la bailarina se alzaron apenas perceptiblemente, denotando cierto gesto de sorpresa ante la soltura con que hablaba el Bayushi.

- Si vuestro sensei fue Escorpión como vos seguro que os mostró un lado de la belleza que los demás no ven, oscuro y privado sólo para los hijos de Bayushi. Si en cambio estudiásteis con un maestro de esgrima Kakita, dudo que no os enseñara a apreciar la belleza en cada kata, en cada postura y hasta en el destello del filo de vuestra hoja.
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Bayushi Shun

Mi sensei era viejo y arrugado, y la belleza no fue algo que pudiese aprender de él, a menos que lo práctico y lo que funciona sea bello. Tal vez la belleza de lo simple, si es que tiene alguna. Y durante mi estancia en vuestras tierras, Kakita Arimi-sama, no tuve sensei pero aun así aprendí cosas....experimenté otras....y me doctoré en algunas más. Sólo espero manejar mi espada como vos manejais vuestras piernas.
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Kakita Arimi

La expresión de la bailarina se hizo más sutil mientras observaba y atendía a las palabras del bushi.

- Os recuerdo de mi última danza, Bayushi Shun-san, aunque sé que no fuisteis con la delegación Escorpión. Creo recordar que fuisteis el invitado de Shiba Inoe-sama, ¿no es así?
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Bayushi Shun

Así es, en la delegación de mi clan los invitados fueron dos jóvenes y prometedores cortesanos, Shosuro Orihime-sama y Bayushi Keru-sama, que van a estudiar bajo los auspicios del embajador en Otosan Uchi. Yo había conocido a Shiba Inoe-sama en los jardines, y amablemente me ofreció acompañar a la familia del daimyo. Un amor a primera vista con Shiba Eisei-sama. ¿Creéis en los flechazos, Kakita Arimi-sama?
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Kakita Arimi

- Me temo que el amor no siempre acompaña en los matrimonios de estado e ignoro si Benten ha bendecido a estos samurai, pero sin lugar a dudas ha sido una alianza provechosa tanto para el Unicornio como para el Fénix. Si además son de caracteres afines, seguramente la felicidad pose sus alas sobre ellos.

Con cuidado se arregló el kimono mientras el frío azotaba el kyuden.

- En cuanto a los flechazos, Bayushi Shun-san, no tendréis más que enojar a un Mantis o a un Avispa. Seguramente ellos os hagan creer con mayor vehemencia que nadie.
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Bayushi Shun

No necesito conocer a un miembro de un clan menor para notar flechas metafóricas. Puede ser en cualquier momento, con cualquier persona, sin que se pueda evitar. Una pasión que se inflama, y unas manos que anhelan la piel que hay bajo el kimono.
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Kakita Arimi

- Me temo que vuestros deseos no se verán satisfechos con una samurai-ko que se considere de honor. Quizá deberíais buscar en la ciudad, pues lo que sí conseguiréis es satisfacer esta oprobia necesidad con aquellas mujeres que a ello se dedican... El amor no tiene cabida en la vida de un samurai si no está dirigido a su emperador, a su señor y a su clan. Y si caeis en bajas pasiones, os aconsejo un buen baño helado.

El tono de voz de la bailarina rayaba en la diversión, dando a su reproche un aire poco serio y más bien redicho.
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Bayushi Shun

Mis deseos no son distintos de los de otras personas, pero ellos no son los que me controlan a mí, por fortuna, sino que yo los controlo a ellos. Las samurai-ko de honor no tienen que temer por su virtud cuando están conmigo. El amor y la lujuria no se parecen: puedo amar a mi señor, pero no sentiré lujuria por él contesté con un deje algo divertido.

- Entonces, ¿amáis a alguna samurai-ko honorable, digna de los aprecios y desvelos de un samurai Bayushi conocedor de la enseñanzas de Kakita? Esta corte está llena de jóvenes prometedoras que gustosas atenderían vuestras demandas, estoy segura.

Una sonrisa divertida se perfiló en los finos labios de la bailarina, mientras el aire danzaba entre sus cabellos níveos.

Es difícil definir el amor. Es un concepto tan inaprensible como la arena de la playa. La creeis en vuestra mano y cojo la suya y sin embargo se desliza por cada oquedad hasta que en la palma sólo queda un poco y acaricio con la yema de mi dedo el interior de su mano. Pero puedo decir que ha habido damas que me han sorprendido, y que no hubiesen dejado indiferentes ni a un gato de escayola. ¿Podría revelar sus nombres? Es un secreto. No obstante, os diré el de una sin romper esa magia de lo desconocido.

Con una sonrisa enigmática, tras la que era complicado dilucidar si la bailarina se había sentido halagada o intimidada, deslizó lentamente su mano de la gentil presa del Bayushi para extraer de su manga un abanico. Lo abrió con un gesto lleno de gracia y ocultó tras él su rostro. El dibujo de las grullas que adornaban el abanico se tornaba vívido con las ondulaciones que la joven practicaba con él.

- Me pregunto si en el amor seguís la misma táctica que en la guerra. Cuantos más enemigos afrontéis, mayor será la victoria. ¿A cuántas jóvenes cortesanas habéis susurrado las mismas palabras, Shun-san?

Cuantos más enemigos afrontas, mayor es la posibilidad de cometer un error y acabar perdido. No creo en el amor como una guerra, pero reconozco que algunas relaciones pueden ser verdaderas batallas bromeé con la chanza y respecto a vuestra pregunta, sois la primera joven cortesana a la que me dirijo en esos términos. Y no sólo en esta Corte, Arimi-sama.

- No sé si tomarme vuestras palabras como un halago o como una declaración de vuestras preferencias hacia doncellas más maduras que yo.

Una risa cristalina se escapó entre los labios finos de la cortesana, y sus ojos se entornaron en una sonrisa divertida y jovial.

- Dado que en ocasiones, como bien decís, el amor no deja de ser una batalla, ¿qué táctica emplearíais para triunfar en mi campo?

Más que una declaración sería un halago supuse y no desvelaría una táctica así. Simplemente resaltaría los parecidos entre los dos: yo sigo el camino de la espada, y vos seguís el camino de la danza. En Kyuden Kakita las dos escuelas están una junto a la otra: no me imagino dos disciplinas más unidas en cualquier otro clan.

El abanico de la bailarina osciló ante su rostro, ocultando bajo las sombras su nívea piel.

- ¿Y eso es lo que desearíais, Shun-san, unir vuestro camino al mío?

Suspiré.

La verdad es que con el clan Grulla he tenido algún que otro roce. Mi camino sería una espina en el vuestro, un sacrificio que un samurai caballeroso no podría permitir que asumiéseis. Bailáis como la Fortuna del Baile, y tendreis un gran futuro.

Una repentina risa, primero suave y silenciosa y finalmente cristalina y clara pugnó por abandonar el fino cuerpo de la Kakita, escondiendo el rostro tras el abanico.

- Sois realmente osado si creéis que una artista Kakita se uniría al primer samurai que intentara obtener de ella sus atenciones, mediante la modestia y el descaro. Como decís, tengo un gran futuro, o al menos, intención de tenerlo. El matrimonio no entra entre mis prioridades actuales, Shun-san...