Imperio Esmeralda

- No puedo imaginar un lugar mejor donde servir, Miya Shizuka-sama, ni un honor mayor con el que ser honrada - contestó con voz queda. Aquella samurai-ko que no parecía mucho mayor que ella, la intimidaba con cada uno de sus gestos y palabras. No se sentía capaz de elaborar respuestas ornadas que perdieran su sentido bajo el peso de la palabrería; así pues, se sinceraba de manera breve y limpia.

-¿Y vos? - preguntó la princesa refiriéndose a los acompañantes de las duelistas, así como a Ikoma Keshi - ¿habéis gozado alguna vez del honor de visitar Otosan Uchi? - por el tono de voz la princesa no se refería a estar de pasada, sino a algo más permanente.

- Oh, mi señora, en mis sueños eh estado no pocas veces, y aun así, estoy seguro de que en pocos de ellos se representa la realidad de la magnificencia de la ciudad imperial. No pocas veces he tratado de plasmar estos recuerdos oníricos, pero mi habilidad con el pincel de pintura no es la que tenía mi abuelo, sino una mera sombra. Y aun cuando lo narrara, no habría realidad en ello, solo fantasías. Sería increible verla realmente y apreciarla en detalle. - Como si estuviera en su propia ensoñación Keshi tenía la mirada medio perdida en el techo.

La princesa ocultó su rostro tras el abanico, aunque la gente a su lado vio que sonreía.

-Audaces y lisonjeros, el León y el Escorpión. ¿Qué creéis, Miya Shizuka-san? ¿Tendrían estos osados samurai en Otosan Uchi lo que reflejan sus palabras? - consultó Hijikohime con su consejera.

Agaché la cabeza y miré al plato, para luego hacerlo de refilón a Saori.

Me parece que me he pasado un pelín.. me pierde hablar, y más en estas circunstancias.

-Tal vez sí que puedan encajar ambos en Otosan Uchi. Sin embargo aún queda bastantes días en esta corte de Invierno como para que la posibilidad se convierta en certeza. - dijo mientras ocultaba su sonrisa tras el abanico - Kakita Saori-san, Bayushi Kaoru-san, en la primera de las pruebas que conforman la Gesta de la Princesa, Kakita Arimi-san y Doji Naoko-san declamaron los haiku obra de los participantes, enfrentándose en cierto modo. En el caso para la segunda de estas pruebas, no será un enfrentamiento, sino una colaboración, un espectáculo de lucha entre ambas.

Los ojos claros de la shinobi parpadearon apenas un instante, asimilando la implicación de las palabras de la Miya. ¿Un combate artístico, sin una gota de sangre? La leve arruga que se dibujó entre sus cejas no habría pasado desapercibida de no llevar el rostro cubierto bajo su habitual máscara familiar, y mil pensamientos cruzaron por su mente en apenas unos segundos. Decepción. Incredulidad. Curiosidad. Alivio. Disposición.

- Miya Shizuka-sama, permitidme que os agradezca tan honorable ofrecimiento y que lo acepte con humildad y mis mejores deseos de satisfacer vuestras expectativas y las de la Princesa Otomo Hijikohime-dôno - dijo inclinándose en una profunda reverencia con un tono de voz suave y neutro, sin modulación excesiva pero honesto y sencillo. A continuación, aguardó a que Saori aceptara o rechazara la petición antes de intentar obtener los detalles de aquella nueva prueba.

Dentro de mi cabeza asentí.

Claro, si hay sangre derramada en algo tan digno como la Gesta de la Princesa, iba a quedar mal. Y va a ser todo un espectáculo, ya lo creo..

A keshi le brillaron los ojos con la perspectiva.

¡Y que duelo sería! Las hojas de los verdaderos señores de la espada no necesitan mancharse de sangre para conocer al ganador. Paciencia Keshi, paciencia.

Se removió un poco, con la mirada ilusionada.