Imperio Esmeralda

Nada que resulte valioso es fácil casi nunca, Aoshi san.Estoy convencida de que la experiencia en la corte os hará descubrir cualidades en vos y potenciará las virtudes que ya poseéis

dijo Yuki con una sonrisa.

Respecto a vuestra añoranza, es comprensible.

- Hai... he descubierto que procuraré no ir a más Cortes en la medida que pueda evitarlo, jeje- Dijo Aoshi intentándose quitar los nobarrones de la mente. Se dirigió a Keru.

- He oido decir que gracias a vuestra intervención, se abortó un asalto contra el heredero del señor del castillo. Todos estamos en deuda con vos, Keru-sama.

-¿Eh? - bizqueé un momento - gomen, Kitsune Aoshi-san, pero me temo que no os entiendo. ¿En qué ayudé a Shiba Eisei-sama? - pregunté.

Aoshi dudó.

- ¿No fuistéis vos quien ayudó a Shiba Eisei-sama en un asalto de unos bandido? ¿ O me equivoco?

- Oh! - Dijo confuso Aoshi. Se inclinó ante Keru. Os ruego que me perdonéis... debo estar muy confundido. En mi disculpa deberé decir que nunca había conocido tanta gente nueva como estos días y a veces me confundo. No soy más que un provinciano- se encogió de hombros entre divertido y apurado-, ya os lo decía antes.

- Puede ser. Ambos son excelentes samurais y, tengo entendido, grandes espadachines. Y además, me han dicho que ha habido varios asaltos así. De manera que quizás por eso me lío. Una idea pasó por su mente. Los Escorpión, famosos por envenenar a sus enemigos. Si lo de la invasión era cierta, quizás fuese una manera de desahcerse de él. Miró a Yuki. No. Yuki era una samurai demasiado amable como para hacer eso... Intentó eliminar aquellos pensamientos paranoicos de su mente.- Hablando de esto. Por favor, aceptad mis más sinceras condolencias por la pérdida de vuestro Campeón. No sólo vuestro clan, sino todo el Imperio ha perdido un gran samurai como los ha habido pocos. Aoshi era sincero. Sentía respeto y admiración por Shoju, quien se decía que era una de las mentes más despierta en muchos siglos. Se sabe como pasó?

-No han llegado demasiado detalles - confié - sólo que fue atacado mientras realizaba una visita diurna a la Ciudad de la Mano Abierta, y que su hijo y él fueron asaltados por desconocidos, en una batalla campal que estalló repentinamente, sin que hubiera ninguna causa visible. Pero los asesinos abatidos no mostraban signos de la Mancha, como en los casos de Doji Satsume-sama y Akodo Toturi-sama.

- De eso no tenía noticia- Frunció el ceño con disgusto y preocupación. Reflexionó unos instantes en silencio, con gesto concentrado.

- Por una parte eso me hace pensar que, quizás, los que atacaron a vuestro finado Campeón eran sicarios enviados por esos rebeldes que se han alzado en vuestras tierras, neh? Quizás ellos sean los culpables. - Algunas cosas empezaban a encajar en la cabeza de Aoshi, cosas para las que en pocas horas quizás ya tuviese respuestas. Sin embargo, desconocía que los que asaltaron a Doji Satsume-sama estuviesen manchados. Y de Akodo Toturi-sama pensé que había sido un incendio casual... no que también hubo un asalto.